“A mi perro le huele la boca”

«A mi perro le huele la boca». Esta es una de las observaciones que con más frecuencia escuchamos en nuestra clínica veterinaria. La halitosis puede tener varios orígenes, pero sin duda el más común es la presencia de gingivitis o enfermedad periodontal. Las estadísticas indican que un 60-70% de los perros sufren de mal aliento pasados los 3-4 años de vida, y esto puede empeorar en función de la raza y el tamaño de nuestra mascota (animales pequeños y de razas braquiocefálicas son los que más lo presentan).

La culpa de que esto suceda se debe a varios factores. El sistema inmunitario de la boca de nuestros amigos es muy eficaz, y junto con su alto grado de urea previenen la aparición de caries infecciosas (incidencia muy baja). Sin embargo, esta misma urea y la presencia de una saliva con alto porcentaje en hidróxido de calcio permite la aparición de placa bacteriana.

Así pues, comparados con nosotros, nuestros peludos son más propensos a la placa y el sarro, mientras que nosotros padecemos con más frecuencia de caries infecciosas. La dieta humana, más rica en hidratos de carbono y azúcares, nos predispone a ello.

La gingivitis es un proceso que irá evolucionando y agravándose. En su estadio inicial, una simple limpieza dental la parará y sanará, pero pasado cierto punto la enfermedad ya será crónica y las higienes dentales solamente nos servirán para mantener la boca de nuestros amigos en el mejor estado posible.

Las bacterias que viven en la boca pueden viajar a otras zonas del organismo, causando infecciones de orina, traqueítis y, en casos más severos, incluso endocartitis bacterianas de difícil solución. Por ello, es importante reconocer los signos de la gingivitis inicial para poder actuar sobre ella. En una gingivitis, aparte de la halitosis, veremos que las encías adquieren color rojizo-amoratado y se hacen más voluminosas, observaremos la presencia de sarro (en colmillos y premolares se acumula más tempranamente) y, en estadios más avanzados, se producirá una retracción de encías e incluso movimiento de piezas dentales.

 

¿Cómo podemos prevenir la gingivitis en nuestro perro?

Si nuestro amigo es todavía un cachorrito, lo ideal es acostumbrarlo a un cepillado de dientes diario (existen cepillos y pastas adecuadas en el mercado), a una dieta basada en pienso (la alimentación blanda favorece el sarro) y a morder juguetes duros o barritas dentales. Pasada esta etapa, intentaremos seguir las mismas recomendaciones, pero si resulta complicado mantener un cepillado diario, existen alternativas en el mercado para controlar la placa, como sprays antisépticos o barritas enzimáticas.

También es importante saber que las limpiezas de boca se deben ir repitiendo a lo largo de la vida de nuestro amigo, ya que el cepillado y demás medidas de prevención no evitan, tan solo retrasan, la aparición de placa bacteriana.

 

En próximos artículos os explicaremos diferentes procesos que se pueden dar en las bocas de nuestros peludos, como por ejemplo las fracturas dentarias, la presencia de resorción odontoclástica (muy común en gatos) o la ortodoncia para perros.

Estamos en: · · · ·